Bienvenido, septiembre, un mes con 30 días llenos de oportunidades para amarnos, amar, valorarnos y valorar. Gracias a ustedes mis lectores por estar aquí, por acompañarme en esta aventura de crecimiento. Es un regalo poder seguir caminando juntos este viaje llamado vida.
Hay momentos en la vida en los que nos sentimos agotados, no por el trabajo, no por la rutina, ni siquiera por nuestras propias batallas. Nos sentimos drenados porque, sin darnos cuenta, hemos abierto demasiadas puertas a personas y cosas que no saben entrar sin dejar caos. Hemos permitido que la opinión ajena pese más que nuestra propia intuición. Nos hemos olvidado de nuestra voz, de nuestros límites y de lo que realmente queremos. Eso es lo que yo llamo entrar en “modo drenaje”: cuando estás dando energía, atención y espacio a personas o cosas que solo te consumen, pero no te nutren.
Es fácil caer en esa trampa silenciosa de que otros tomen el volante de nuestra vida. A veces empieza con un simple comentario que nos siembra la duda: “¿Estás seguro de eso?” O con una crítica disfrazada de consejo. O con la constante necesidad de agradar, de encajar, de no decepcionar. Sin darnos cuenta nuestra vida empieza a girar en torno a opiniones ajenas, expectativas impuestas y relaciones que no construyen, sino que desgastan.
Y empezamos a preguntarnos constantemente:
· ¿Y si no les gusta lo que hago?
· ¿Y si me critican?
· ¿Y si me rechazan o me dejan solo?
Pero… ¿y si soltar a quienes nos drenan es justo lo que necesitamos para volver a encontrarnos con nosotros mismos?
No todo el mundo merece acceso completo a ti. Este es un recordatorio que muchas veces necesitamos: tener límites no es ser egoísta, es ser consciente de que nuestra energía es limitada y que necesitamos dirigirla hacia lo que nos hace bien: sueños, proyectos, crecimiento personal. Es, en realidad, un acto de amor propio y de conciencia.
Hay personas que llegan solo a exigir, a absorber, a criticar o a interrumpir nuestro camino, nos estacan y retrasan. Es importante entender que no todos merecen un asiento en nuestra mesa. No todos saben celebrar nuestros logros sin compararse. No todos entienden el proceso que llevamos sin juzgarlo. Y eso está bien.
Decir "no", alejarse, cortar la comunicación, dejar de responder, bloquear, salir de grupos, priorizar nuestra paz: todo eso es autocuidado. No es falta de empatía. Es respeto por mi mismo.
Salir del modo drenaje no es automático. Requiere un cambio profundo de enfoque. Significa dejar de buscar afuera la validación y volver a mirar hacia adentro, hacia lo que verdaderamente necesitas y deseas. Es activar el “modo recuperación”.
Aquí algunas ideas para comenzar esa reconexión:
ü Haz una lista de lo que te da energía y lo que te la quita. Personas, actividades, pensamientos. Se honesto.
ü Observa con quién compartes tu tiempo. ¿Te sientes inspirado o te apagan y desgastan?
ü Elige entornos donde puedas ser tú, sin filtros. Lugares donde no tengas que traducirte o pedir permiso para brillar.
ü Recuerda que no necesitas la aprobación de otros para vivir tu vida. Tu pasión, tu ritmo, tu camino, tu propósito.
Tu energía es uno de tus recursos más valiosos. No la regales a quienes no saben apreciarla. No la inviertas en lo que no te suma. No la malgastes intentando encajar en moldes que nunca fueron hechos para ti.
No estás aquí para cumplir con expectativas ajenas. Estás aquí para ser tú. Para crear, crecer, amar, equivocarte, sanar, disfrutar y vivir con intención y a plenitud. Y eso solo es posible cuando tomas el control de tu energía y decides usarla en lo que te da vida.
Así que hoy te invito a que: desactives el modo drenaje y actives el modo tú. El mundo necesita tu versión más autentica, no una versión editada por las expectativas ajenas. Porque cuando estamos bien desde adentro hacia afuera, todo lo demás empieza a alinearse, mientas esperamos nuestro destino final: el Cielo.
«No desperdicien lo que es santo en gente que no es santa. No arrojen sus perlas a los cerdos. Ellos las pisotearán y luego se volverán contra ustedes y los atacarán.»
(Mateo 7:6 NTV)
¡Feliz y bendecida semana!
Con cariño,
Nataly Paniagua