El profesional la escuchaba con atención. Frente a él, una mujer visiblemente afectada relataba su versión de los hechos. Su voz temblaba, y entre palabras se deslizaban algunas lágrimas. Parecía sincera. Pero había algo en su relato… algo que no terminaba de encajar. Luego fue el turno del otro. Con firmeza y seguridad, expuso su propia historia. Desde su óptica, los hechos eran completamente distintos. Estaba convencido, al igual que ella, de tener la verdad absoluta. 

Ambos hablaban con convicción. Ambos se creían dueños de la razón. Pero la verdad, esa verdad profunda que no siempre grita ni se impone, estaba en un solo lado. Solo al escuchar ambas versiones., sin prejuicios, y al sumar la sabiduría del que sabe mirar más allá de las palabras podía surgir una solución justa. Así como ocurrió con las dos madres que se presentaron ante el rey Salomón, cada una reclamando ser la verdadera madre de un mismo niño. Salomón, con sabiduría divina, propuso dividir al niño en dos, y fue la compasión de la verdadera madre la que reveló la verdad (1 Reyes 3:16–28). No basta con sentir, llorar o argumentar. Hace falta discernimiento, escucha real y, sobre todo, justicia con compasión.

Vivimos en un mundo que premia las opiniones rápidas, los juicios instantáneos y las respuestas inmediatas. Las redes sociales, las noticias fragmentadas y las conversaciones superficiales nos empujan constantemente a tomar partido sin conocer toda la historia. Sin embargo, hay una verdad profunda que se nos escapa en medio de ese ruido: toda historia tiene al menos dos versiones. Y en el camino de la superación personal, aprender a escuchar ambas caras de la moneda es una herramienta poderosa para crecer, sanar y vivir con más justicia.

¿Cuántas veces hemos sacado conclusiones con solo una parte de la historia? Es muy humano formar una opinión desde la primera versión que escuchamos, sobre todo si viene de alguien que amamos o que admiramos. Nos alineamos emocionalmente, defendemos, nos indignamos. Sin embargo, cada ser humano interpreta los hechos desde su historia, sus heridas, sus emociones del momento. Lo que para uno fue una traición, para otro pudo haber sido una decisión desde el miedo. Lo que uno vio como abandono, el otro lo vivió como un intento desesperado de cuidar de sí mismo.

Muchas veces, detrás de lo que parece un error, una traición o una mala decisión, hay dolor no expresado, heridas antiguas o mecanismos de defensa. Esto no justifica lo injustificable, pero sí amplía tu capacidad de comprensión, y eso te hace más humano.

Escuchar implica presencia, apertura y humildad. Es dejar de lado tus propias creencias por un momento para permitir que la experiencia del otro tenga espacio. Escuchar las dos versiones de una historia no implica que ambas tengan el mismo peso o que todo sea relativo. Lo que sí significa es que ser justos requiere contexto. Requiere entender el por qué detrás de las acciones, el cómo se sintieron las personas, y el para qué actuaron de cierta forma.

¿Por qué es importante ver las dos caras de la moneda? Porque todos hemos sido juzgados sin que se nos escuche. Todos hemos tenido momentos donde deseábamos que alguien nos entendiera sin atacarnos. Y todos hemos hecho juicios erróneos por no tener toda la información.

La superación personal no es solo sobre motivarte, alcanzar metas o sanar heridas. También se trata de convertirte en una mejor versión de ti mismo en tu forma de relacionarte con los demás. Escuchar a alguien con empatía y sin parcialismo es una forma de sanar, no solo al otro, sino también a ti.

Hoy te invito a realizar un ejercicio práctico: la próxima vez que alguien venga a ti con una historia (especialmente una que involucra conflictos con otros), pregúntate:

ü  ¿Estoy escuchando para entender o para responder?

ü  ¿Qué parte de esta historia podría no estar viendo?

ü  ¿Qué pasaría si también escuchara la versión del otro?

 

Y si estás tú en medio de un conflicto, recuerda: tú también puedes ser más justo contigo mismo si reconoces tus razones, tus emociones y tus limitaciones. Hay una segunda cara de tu propia moneda que merece ser escuchada por ti, mientas esperamos nuestro destino final: el Cielo.

 

«El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta.»

(Proverbios 18:17 (NVI)

 

¡Feliz y bendecida semana!

 

Con cariño,

 

Nataly Paniagua